VENTA
DE GARAJE
Acorralado por la
crisis he decidido poner en venta todo aquello que hace peso e impide el vuelo,
lo primero que dispuse a entregar fue mi estomago, ya que su ruido no me dejaba
escuchar con claridad otros sonidos, luego vendí mis brazos; confieso que traté
de conservar mi mano izquierda por aquello de la nostalgia, pero un entusiasta
coleccionista se la llevó por considerarla un objeto raro.
Al pasar los días,
vendí mis dos piernas, luego en una venta de garaje rematé mis dos oídos, ya que
estaban cansados de escuchar himnos y marchas en vez de las canciones. Puse en venta mi voz pero nadie quiso
comprarla, porque no agarraba la afinación del tono establecido. Así fueron
pasando los mercaderes cargando su botín de baratija, ya a esta altura mi valor
era solo de uso y repuesto.
Al culminar la tarde,
después del transitar de innumerables vampiros y demás compradores, solo quedó
sobre la mesa un viejo corazón, incompatible con los requerimientos del mercado
quedó retumbando como una señal que retumbaba en el recinto comercial y sus
notas se perdían bajo el ruido de la inmensa máquina registradora.
@Poetandante
Me imagine en ese momento, viendo la mesa a la distancia, y contemplando el latir desesperado del corazón rechazado que se apaga lentamente entre el ruido de los mercaderes, mientras otros eran despedazados y comerciados nuevamente, llenaban en sus sacos los cuerpos, mentes e ideas, mientras en la mesa van quedando mas corazones que no hallaron comprador. No hay ofertas para ellos, por que su singularidad no cabe en el saco.
ResponderEliminarTremendo Profe!
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