Hace treinta años, una mañana fría del mes de febrero, en las intrincadas veredas del barrio Federico Quiroz en la populosa Catia. La monotonía de cada inicio de jornada era la misma, la humedad impregnaba los vidrios de los carros, que en una fila se estacionaban simulando una gigantesca culebra multicolor. Miraba esa fila de carros y gente que caminaba tal vez rumbo al trabajo, mientras que descendía en un jeep que funcionaba de transporte público, los olores de perfumes distintos, la impaciencia de los que se mueven sobre los designios del reloj.
La música en la
radio era un fondo imperceptible en el paisaje urbano, cuando de pronto, la
emisión Radio Rumbos anuncio un extra noticioso después de un sonido de
campana, xilófono que rompió la calma.
…murió el cantor del pueblo Ali Primera en un
accidente de tránsito …
Recordé, mis días en el muro de Mi casa, armado de mi guitarra roja, ese
regalo que años atrás me obsequió mi padre una Navidad del año 82, mirando en
mis manos el cancionero impreso en la caratula del aquel disco de acetato con
la fotografía de una mano que empuñaba un machete con el titulo Abrebrecha...
mis manos acariciando el mástil entre sonidos rasgados, mi infancia en cuadros
dispersos por la arena del tiempo.
…me han dicho que el Pueblo, se encuentra
indefenso…
Recordando esa mañana, abrazo la idea y canto un coro entre mis labios.
Mis ojos se vuelven lluvia, humedad como la de esos vidrios de los carros que
en fila interminable adornaban las calles de Catia, la gente rumbo al trabajo,
sin saber, que ese amanecer, eran más pobres.
Humberto Roa Aguilar
@Poetandante
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