Había una vez un reino muy pero muy lejano, dentro de un valle hermoso
cargado de riquezas. Sus habitantes transitaban sus calles sin apartar la
mirada del suelo. Estaba prohibido mirar al sol, esto lo decía su rey, quien portando
gafas oscuras señalaba con su dedo mandador.
Un día, el más pequeño del reino sintió un impulso a mirar al cielo, su cuello como era joven no sufría de la rigidez de los adultos, que acostumbrados a mirar al suelo tenían atrofiadas las vértebras. Poco a poco, levantó la mirada ante los murmullos de quienes observaban su herejía, sus ojos cerrados por los prejuicios dejaron colar a través de sus párpados un resplandor nunca antes experimentado.
La noticia corrió rápido a oídos del rey, quien ofendido mando a buscar al joven sublevado.
-¿no crees en Dios? Preguntó el rey molesto
-¿no sabes que las leyes dicen claramente que no debes levantar la mirada al cielo?
El Rey, sin escuchar las respuestas lo mando a decapitar. Ante el pueblo de los cuellos rígidos un hombre joven con sus manos atadas posó ante el verdugo, sus ojos rodaron por el suelo asqueroso, pero con un brillo tan intenso que a partir de ese momento, quienes lo vieron llenaron de una curiosidad de ver el sol
Hola, Juan, me gustó lo que haces, te mando un abrazo desde Argentina.
ResponderEliminarHD
Humberto, es un placer cautivar y ser leído sin importar las fronteras, te agradezco tus palabras desde la pequeña Venecia Venezuela
EliminarUn mártir aparece cuando todos eligen el sometimiento por quedar bien con el poder, antes que integrarse al cambio libertario.
ResponderEliminarAh pero luego como gimen y aúllan por los noticieros cuando de desata el horror de la matazón.
Pero ninguno del poder promueve que se desarme a toda la horda salvaje que dispara. Prefieren quedar bien con el fabricante de armas y los traficantes de las mismas.
la sociedad ha creado mecanismos para sostener el sistema, uno de ellos es sin dudas la indiferencia, esta naturalización que nos somete sin utilizar la fuerza, es necesario revivir el humanismo y promover la palabra que libere, acusar a las bestias que nos someten y... levantar la mirada
EliminarHermoso final y un nombre melódico del paíl/pueblo de los cuellos rígidos. Saludos.
ResponderEliminarYun, gracias por opinar espero verte siempre por estos espacios poéticos
EliminarSaludos!. Excelente cuento
ResponderEliminargracias Luis, un placer espero verte siempre por este portal poético
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